Feo como una blasfemia y otras reflexiones sobre la fealdad : Parte II


Parte II

Qué feo ¿soy?

 

Más allá del dominio del arte, la fealdad se conceptualiza en relación con cuerpo y el ‘espíritu’ humano, en un plano estético para el primero, y uno moral en el segundo.
Ya no consideramos la fealdad física como una manifestación de la corrupción moral del individuo, sin embargo, feo y fealdad son categorías empleadas en el sentido moral.

Denominamos categorización moral a la representación de la realidad a partir de una serie de marcadores semánticos evaluativos -conceptos abstractos como correcto e incorrecto, entre otros- dentro de un juicio que concierne lo que se debe hacer dentro del marco de las posibilidades.
Estos marcadores o términos evaluativos no constituyen una categoría lingüística natural o pertenecen a una clase establecida. Pueden ser adjetivos, adverbios, sustantivos, incluso algunos verbos, sin embargo, la mayoría comparten las siguientes propiedades:

  • Admiten modificadores adjetivales, como algunos adverbios o morfologías comparativas.

    Ejemplos: muy, ligeramente, poco, exageradamente, más que, menos qué.

  • Son aquellos asociados a diferentes escalas que corresponden a diferentes dimensiones. Los adjetivos pueden ser modificados por una frase prepositiva que la denota respecto a algo.

    Ejemplo: El poema es fantástico en cuanto a la lírica, pero no en cuanto a la temática.

  • Bernard Williams (1985) define como densos a los conceptos que tienen un significado que es evaluativo y descriptivo al mismo tiempo, contrario a los conceptos “ligeros”, que sólo tienen un componente evaluativo.  
    Ejemplo: Julián es malo. / Julián es cruel.


    La palabra “malo” sólo tiene un componente evaluativo, no nos dice más sobre Julián, por lo tanto, se considera un término evaluativo ligero.  En cambio, en la segunda oración “cruel” nos está comunicando algo negativo sobre la persona y a la vez un significado más específico “Julián inflige sufrimiento innecesario”.



Analicemos ahora el uso de la palabra feo como un término evaluativo en el sentido moral.

Ana es una persona fea.


¿Admite evaluación en términos de grado? Sí.
Ejemplos:
 Ana es una persona muy fea.
Ana es una persona ligeramente fea.
Laura es una persona menos fea que Ana.

¿Admite la multidimensionalidad?
Sí.
Ejemplos:

Ana es una persona fea en el sentido moral, pero no en el físico.

¿Es calificable en términos de densidad? Sí.

(1)  Ana es una persona fea.
(D) Ana es una persona moralmente reprobable.
(E) La gente que es moralmente reprobables es mala.

En (1) “feo” se utiliza como un concepto denso que nos indica algo negativo sobre Ana, pero también nos indica que como persona causa desagrado o aversión.
(D) es un término descriptivo, de valor neutro, mientras que en  (E) el término evaluativo se expresa como ligero, pues califica como bueno o malo, todo lo que cae dentro del componente descriptivo de la oración en virtud de sí mismo.

El uso del término “feo” (o derivados de fealdad) como categoría moral es complejo.  Como vimos en la Parte I, utilizar estos términos en un sentido moral tiene un antecedente histórico fuerte. De acuerdo con la teoría estética, la belleza se puede dividir en tres categorías: belleza natural, belleza artística y belleza moral.
La belleza moral es la belleza de la humanidad, la virtud y el talento, que se evalúan basados en el entendimiento de las normas sociales, e involucra afecto social y cognición avanzada. Contrario a la belleza física, la belleza moral involucra elementos sensoriales y simbólicos, pero también tiene implicaciones sociales complejas. (Cui et al,2019).
Si estas propiedades se atribuyen a la belleza moral, también pueden ser atribuidas a la fealdad moral.

Categorizar a una persona como moralmente fea implicaría que es alguien que se desvía de la norma moral, pero ¿cuál es la norma moral? ¿una persona moralmente promedio?

Una de las acepciones de la palabra “persona” refiere a ser un humano prudente y cabal, términos evaluativos densos claramente positivos.  


Pero si analizamos su etimología latina, persōna, nos habla de performatividad.

 ¿Qué nos dice la sociología?

En 1959, Erving Geoffman desarrolla el concepto sociológico de la dramaturgia, que describe todas las interacciones sociales como performativas y define el yo como una entidad que surge en el proceso performativo. Cuando los actores adoptan un papel, tienen que tomar una postura respecto a su creencia de dicho rol, o sea pueden creer que la realidad que proyectan a la audiencia es ‘real’, o pueden no creer en su propio acto y no reparar en la impresión que deja a la audiencia. Al primero le denominan sinceridad, al segundo,  cinismo.

Muchas veces, cuando el rol conflictúa con el actor, existe un distanciamiento que es difícil de resolver sin cambiar la definición fundamental del yo o de la situación que uno desea proyectar. Cuando esto sucede se recurre al cinismo, o al cambio de roles personales que el individuo considera como constituyente del yo.
Regresando a la fealdad moral, si el yo se forma a partir de los papeles interpretados, para aplicar una categoría robusta requeriríamos calificar cada uno de los roles representados por el actor en cuestión. ¿Cómo se maneja el cinismo? ¿Qué pasa si los papeles representados no son considerados como componentes del yo real? ¿Todavía podemos decir que la persona es fea? 

En ese caso, podríamos decir que la fealdad moral de la persona depende del juicio del espectador de la representación montada, lo que implicaría que la fealdad no sólo es subjetiva sino contextual.
¿Es posible reducir la complejidad de una persona a una categoría a partir de sus roles evidentes?
Si los actos o ideas no son evidentes para todos los espectadores, ¿podemos decir que una persona es fea?

Esta pregunta nos lleva a considerar no solo la dimensión performativa del juicio moral —esto es, cómo el yo se proyecta y es evaluado en contextos sociales—, sino también los mecanismos internos que intervienen en ese proceso evaluativo.

 ¿Qué nos dice la neurociencia?

Diversos estudios en neurociencias han encontrado que las áreas cerebrales que se activan durante la formulación de juicios morales involucran áreas relacionadas tanto a las emociones como a los procesos cognitivos (Cui et al,2019). Específicamente, se ha encontrado que las regiones involucradas en el procesamiento de los juicios estéticos, morales y faciales  son las mismas, señalando la corteza medial orbitofrontal (mOFC, para los cuates) la ínsula, y el giro medio occipital (MOG).

En su estudio  Luo et al. (2019)  realizaron un fMRI mientras pedían a los participantes realizar juicios estéticos de  retratos faciales pareados con descripciones morales aleatorias. Encontraron que la actividad de la mOFC varía entre diferentes condiciones estéticas, que la MOG se activa en condiciones de belleza, mientras que existe más actividad insular en condiciones de fealdad.
Curiosamente no encontraron actividad en común que se involucre en respuesta a la fealdad facial y moral.
En condiciones de incongruencia (fealdad física + belleza moral o viceversa) se encontró una mayor actividad en la corteza prefrontal dorsomedial.
Estos resultados indican que la mOFC se involucra en la evaluación de “bello - no bello” mientras que la ínsula está involucrada en la evaluación de “feo - no feo”, y que es especialmente sensible a la fealdad pura.

La ínsula es de las áreas menos entendidas del cerebro, principalmente por su localización. La ínsula es el quinto lóbulo cortical, y reside dentro de la fisura de Silvio (surco lateral) en ambos lados del cerebro. Está cubierta por el opérculo frontoparietal y el opérculo temporal.
La parte anterior de la ínsula se une con la corteza orbito frontal (Evrard & Craig, 2015) .
Se sugiere la existencia de 4 regiones funcionales: 1) región sensorimotora; 2) región olfacto gustativa; 3) región socio-emocional; 4) región cognitiva.
La región cognitiva y socio-emocional se encuentran en la parte anterior de la ínsula, mientras que la posterior se encarga de estímulos sensorimotores (Uddin et al, 2017).


La fealdad moral es entonces una categoría evaluativa con significado emocional.
El sentimiento “feo” de desagrado hacia una persona causado por la violación de principios morales está relacionado con el autoprocesamiento. La evaluación de que las conductas antiéticas tienen malas consecuencias y producen sentimientos “feos”, los cuales producen emociones negativas.

Pensar la fealdad como juicio moral implica reconocer que estamos ante una categoría que no solo describe, sino que evalúa, afecta y delimita. “Feo” opera como un marcador de desviación, de anormalidad ética, de rechazo emocional. Es un juicio que no se limita a lo que alguien hace, sino que apunta a lo que es, o mejor dicho, a lo que creemos que esa persona es, a partir de sus actos, su performatividad y la impresión que nos deja.

La semántica de lo feo, como hemos visto, comparte propiedades con otros conceptos densos: es graduable, multidimensional y está cargado de significados tanto descriptivos como evaluativos. Pero, además, su fuerza normativa se intensifica en la interacción social: es en la mirada del otro donde el juicio se activa y se solidifica.

La neurociencia muestra que este juicio no es puramente racional: sentimos la fealdad, no sólo la pensamos. Nuestro cerebro responde visceralmente a la incongruencia, al desagrado, al quiebre entre lo que esperamos y lo que se presenta.

Así, la fealdad moral no es simplemente una categoría moral o estética, sino una experiencia encarnada, que combina interpretación social con reacción afectiva. En este plano, ser feo implica una degradación del vínculo ético, una forma de existencia que se aleja de la responsabilidad y del reconocimiento mutuo. Sin embargo, la pregunta por la fealdad no se agota en el ámbito de la conducta o de la interioridad. Existe también una dimensión visible, corporal, sensible, donde lo feo se asocia al rostro y al cuerpo.

¿Qué significa, entonces, estar feo? ¿Qué criterios sostienen esa mirada? ¿Hasta qué punto lo visible puede volverse un juicio ontológico?

En el próximo texto, exploraremos la fealdad física como categoría estética y política…

Para saber más

  • Shura, R. D., Hurley, R. A., & Taber, K. H. (2014). Insular Cortex: Structural and Functional Neuroanatomy. The Journal of Neuropsychiatry and Clinical Neurosciences, 26(4). https://doi.org/10.1176/appi.neuropsych.260401

  • Uddin, L. Q., Nomi, J. S., Hébert-Seropian, B., Ghaziri, J., & Boucher, O. (2017). Structure and Function of the Human Insula. Journal of clinical neurophysiology : official publication of the American Electroencephalographic Society, 34(4), 300–306. https://doi.org/10.1097/WNP.0000000000000377

  • Evrard, H. C., & (Bud) Craig, A. D. (2015). Insular Cortex. Brain Mapping, 387–393. doi:10.1016/b978-0-12-397025-1.00237-2 

  • Kortz MW, Lillehei KO. Insular Cortex. [Updated 2023 May 1]. In: StatPearls [Internet]. Treasure Island (FL): StatPearls Publishing; 2025 Jan-. Available from: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/books/NBK570606/

  • Doran, R. P. (2020). Moral Beauty, Inside and Out. Australasian Journal of Philosophy, 1–19. doi:10.1080/00048402.2020.1778757

  • Schroeder, M. (2013). Semantics, Moral. International Encyclopedia of Ethics. doi:10.1002/9781444367072.wbiee106 

  • James, A. (2023).A theory of moral categorization: The conceptual performance of moral cognition. New Ideas in Psychology, Vol 71. https://doi.org/10.1016/j.newideapsych.2023.101047

  • Soria-Ruiz. A., Cepollaro, D., Stojanovic, I. (2021).The Semantics and Pragmatics of Value Judgments. The Cambridge Handbook of Philosophy of Language, pp.434-449.
    https://hal.science/hal-03162714v2

  • Väyrynen, P. (2025). Thick Ethical Concepts. Zalta E. & Nodelman, U. (eds.). The Stanford Encyclopedia of Philosophy https://plato.stanford.edu/archives/spr2025/entries/thick-ethical-concepts/

  • Cui, X., Cheng, Q., Lin, W. et al. (2019). Different influences of facial attractiveness on judgments of moral beauty and moral goodness. Sci Rep 9, 12152 https://doi.org/10.1038/s41598-019-48649-5

  • Luo, Q., Yu, M., Li, Y. et al. (2019). The neural correlates of integrated aesthetics between moral and facial beauty. Sci Rep 9, 1980 https://doi.org/10.1038/s41598-019-38553-3

  • Doran, R. P., (2022) “Ugliness Is in the Gut of the Beholder”, Ergo an Open Access Journal of Philosophy 9: 5. doi: https://doi.org/10.3998/ergo.2261



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