Dos corazones laten dentro de mí….
Efemérides
Por ahí del 2005, Fobia lanzó Rosa Venus, un álbum bastante… acorde al sonido de la época y que contiene la canción que titula esta entrada. La canción en cuestión es bastante ordinaria, una letra cursi con el sonsonete característico del pop rock mexicano de los dos miles.
En mi trabajo regular hablo con mucha gente. Hablamos sobre alimentación, ejercicio, antecedentes de salud y salud mental.
Al abordar el tema de salud mental, inevitablemente se aborda el tema del trauma.
Los especialistas en salud mental no me dejarán mentir, no es tarea sencilla escuchar y percibir el sufrimiento humano. Se requiere de cierto grado de desapego e insensibilización.
Pensaba que lo manejaba muy bien y que no tenía problemas con ello, hasta que conocí a esa persona.
Comenzó a contarme de ella, e inmediatamente sentí cómo el switch de la híper empatía se activó. Era una persona aproximadamente de mi edad, con experiencias similares, emociones similares, y hasta opiniones similares.
La sesión se extendió, la persona me agradeció, y se fue feliz pues se sintió escuchada.
¿Y yo?
Yo me quedé prendada.
Me invadió una inmensa necesidad de acercarme a ella, de decirle que no estaba sola, que había alguien que la entendía, y que todas estas emociones intensas y abrumadoras algún día serían manejables.
Por supuesto que yo no estaba siendo híper empática, me estaba proyectando durísimo en esa persona.
Así fue como llegué a los conceptos de transferencia y contratransferencia.
Transferencia: fenómeno por el cual el paciente desplaza sentimientos, deseos y actitudes inconscientes, hacia el analista. Siendo Freud, obviamente, éstos se remontan a la infancia y normalmente implican a la relación parental.
Dichos afectos no se generan por el vínculo real con el terapeuta, sino que son una repetición de patrones activados por la situación analítica.
Para Freud, aquello que podría parecer un obstáculo en realidad se vuelve un motor del proceso analítico, ya que el paciente gradualmente se percata de que los afectos en cuestión son una ilusión que se desvanece conforme el proceso terapéutico avanza.
Contratranferencia: implica la tendencia a la proyección del analista hacia el paciente.
La contratransferencia se entendía originalmente como una interferencia emocional del analista, derivada de sus propios conflictos inconscientes no resueltos. Freud le tenía pánico, pues lo consideraba un elemento que podía entorpecer la neutralidad técnica y dificultar la interpretación objetiva del material del paciente.
En la clínica contemporánea, afortunadamente, la contratransferencia ha dejado de ser vista como una interferencia indeseable para convertirse en una herramienta central en la comprensión del vínculo terapéutico. Toda experiencia del terapeuta en sesión, incluyendo sus reacciones emocionales, cognitivas y somáticas, forma parte del campo intersubjetivo co-construido con el paciente. Como afirman Stolorow, Atwood y Brandchaft (1994), “el analista no es una tabla rasa sino una presencia viva que participa activamente en la configuración de la experiencia analítica”.
No se necesita ser analista o terapeuta para experimentar la transferencia. Es común que nos proyectemos en nuestras relaciones interpersonales y en nuestras interacciones cotidianas de manera inconsciente. No se trata de recordar un evento específico, sino de revivir ciertos patrones afectivos que configuran, sin que lo advirtamos, nuestra manera de interpretar, juzgar o reaccionar ante los demás.
Como dice Jessica Benjamin, “solo cuando reconocemos que también somos afectados, que no somos neutrales, se abre la posibilidad de un encuentro real con el otro”.
Y no es sólo con “el otro”, en realidad, se abre la posibilidad de un encuentro real con uno mismo. Las emociones activadas de forma involuntaria no son al azar. Tienen una lógica estructural y biográfica, que debemos reconocer, no sólo en aras de explorar nuestras propias configuraciones afectivas, sino para comprender y mejorar nuestros vínculos humanos.
Parafraseando a Donna Orange (1995), ofrecemos nuestra propia subjetividad como vehículo de comprensión del otro.
Volviendo a la historia inicial…
Soy un profesional, por supuesto que no la busqué ni le dije nada fuera de lugar.
Pero me costó mucho trabajo resistir el impulso de hacerlo y contener los intensos sentimientos que persistieron durante semanas.
Después de mucha lectura e introspección, comprendí que lo que yo quería no era abrazar y consolar a esa persona, sino que su experiencia me remitió a un periodo en el que me sentí igual de sola y que necesitaba que me consolaran y abrazaran a mí.
Concientizarme de ello me permitió dejar ir la aprehensión que sentí hacia esa persona.
Fue una experiencia muy incómoda y muy bonita al mismo tiempo. Aprendí mucho de mí, y de mis relaciones con los demás, pero también aprendí a ser más empática y compasiva con los demás, especialmente cuando tienen reacciones desproporcionadas a las situaciones.
Lidiar con la contratranferencia no se trata simplemente de actuar sobre el impulso, o contener nuestras reacciones. Lidiar con la contratransferencia permite la posibilidad de detenernos y preguntarnos: ¿por qué me siento así ? ¿se está reproduciendo una escena que ya he vivido? ¿mi reacción es desproporcionada?
Quizá no podamos evitar proyectarnos con los demás, cargamos nuestra historia personal con nosotros y la llevamos a las relaciones que construimos con los demás.
Utilicemos la contratransferencia para mejorar estas relaciones, a través de una mejor comprensión del yo y del otro.
Es muy complicado
No importa que me esconda
Siempre algo me conecta a ti
Para saber más
Benjamin, J. (2004). Beyond doer and done to: Recognition and the intersubjective third. Psychoanalytic Quarterly.
Ogden, T. H. (1994). Subjects of Analysis. Aronson.
Orange, D. M. (1995). Emotional understanding: Studies in psychoanalytic epistemology. Guilford Press.
Stolorow, R. D., Atwood, G. E., & Brandchaft, B. (1994). The intersubjective perspective. Jason Aronson.